Si acaso lo vamos viendo

En cierto sector de la sociedad denoto algún tipo de mantra en los últimos tiempos que responde a un constante hartazgo, cuyo origen me resulta desconocido y cuyo final sencillamente no veo. 


Me refiero al que apunta a personas que reúnen pocas ganas de hacer las cosas, de aquellas personas que les falta sangre… lo puedes llamar falta de decisión o si quieres que les falta una patata para el kilo.  Un modus operandi ante el mundo actual que consiste preferentemente en protestar para hacerse ver, de realizar la queja por sistema, en apuntar al otro como culpable siempre de algo… o simplemente de empezar a contestar cada argumentación con un “no se…”.  No se cómo lo pueden hacer, no se qué es lo que me dirán, imagino que me dirán algo, o no lo se…  El no lo se. Pero la responsabilidad -y sobre todo la culpa del mal momento- es de los otros. 


Recuerdo que hace años invité a mi casa a cenar a unos cuantos amigos del oficio y tras la llamada pertinente (“oye, sólo tenéis que traer hambre, ni se os ocurra traer postres que lo tengo todo preparado”) uno de ellos me dijo: “joder, pues gracias por la invitación pero me pones en un problema porque no están mis padres y no sabemos dónde dejar la niña”. 


Con dos cojones. Os harías cruces si os dijera quien fue. Es igual. Pero exactamente trató de transformar una invitación en un sentimiento de culpabilidad con todas las de la ley. En fin. Lo intentó. Me enfadé. No vino. Se lo dije. 


Lo podemos llamar: miedo a todo. O miedo a cagarla, a enfrentarse y caerse. Podríamos hablar de un mantra absurdo, de origen desconocido, y especialmente de un ‘si acaso ya lo vamos viendo’, un ‘a ver qué pasa en los próximos días’… para no acabar haciendo nada. Y esperar que las cosas se resuelven solas sin tomar ninguna iniciativa. Ni una. 


El “si acaso ya lo vamos viendo”, el “bueno, es que como no me ha dicho nada será señal que no…”  es esa frase principal que responde a un esperar a que las cosas se resuelvan solas, o a que les acabe definiendo el otro. Esperar a un golpe de suerte inesperado; a que te toque la lotería cuando sabes que ni te apetece jugar…


Ahora bien: si me decís qué pinta la foto de este paisaje con el artículo. Pues ahí si. ¿Veis?  No pinta nada. Pero alguna fotico tenía que poner, ¿o no?  Bien, si acaso lo vamos viendo.