Valencia
Hola, noviembre. Ya empezamos a apreciar algunos motivos navideños por diferentes ciudades del país, a la vez que estrenamos el penúltimo mes del año, y lo hacemos con el peor decorado natural posible.
La desgracia nos afecta cuanto más cerca la tenemos, en tanto que los efectos de la Dana nos duelen más por la proximidad del infortunio. Si en lugar de Valencia, la fuerza de la naturaleza hubiese actuado en Nigeria o Nicaragua nuestra visión sería del todo diferente. Pero ha tocado aquí, y resulta más que posible que conozcamos a algunas de las personas afectadas, si es que la barbarie natural no ha acabado con sus vidas.
Las improvisadas cadenas de solidaridad generadas por la ciudadanía resultan emocionantes. En momentos de extrema necesidad aparece lo mejor y lo peor de los humanos, o parte de la clase política que pone por encima sus egos personales frente a decisiones de país. Me duele el alma ver a Mazón con esa armilla puesta y sin una gota de barro.
Es más que posible que para muchos afectados la inminente navidad no tenga sentido alguno, alejados de las casas donde han estado más de media vida, sin la presencia de algunos de sus seres queridos, animales incluidos, o vete tú a saber si sobran los motivos. Pero también es posible que la fatalidad sea la mejor quien sabe si la única excusa para un reset, un motivo para que la esperanza adquiera color, o un pretexto para abandonar el desencanto.
No podemos escoger lo que la vida nos tiene preparado en el siguiente capítulo, pero entre tirar la toalla o seguir adelante, toca agarrarnos a pequeñas cositas, a testimonios de personas que no conocemos, como Martín Pérez, responsable de Protección Civil en Moncada (Valencia), anunciando que tres días después de las lluvias torrenciales han encontrado una persona con vida dentro de un automóvil.
Estamos aquí porque nos ponen, porque nadie pide nacer y conviene levantar cabeza porque la vida sigue, aunque por desgracia no para todos. Quién sabe si tras una injusta desgracia la vida nos espera a la vuelta de la esquina con un beso que nos repare energía y nos inyecte de ilusión. No sabemos. No lo sé. Y dentro de lo que cabe, feliz noviembre y un abrazo a todos.